Tomadura de pelo
Uno que siempre creyó ver en el número de yates que fondean en los puertos y en los trajes de corte impecable que lucen los políticos el no va más de la ostentación y de lo inalcanzable, tendrá ahora que prestar más atención al corte de pelo que lucen las distintas molleras para saber quien es quien y poner a cada cual en el lugar que le corresponde.
- Usted no puede pasar, hombre. Y menos con ese corte de pelo.
Los porteros de los lugares más selectos tienen ahora más razones para prohibirnos el paso al paraíso.¡ay! Y más a quienes se nos nota desde lejos “el pelo de la dehesa”. Nos mirarán la nuca, girarán ante nuestra linda cabecita, arrugarán el morro como si lleváramos liendres en conserva y con la ternura del perdonavidas nos dirán aquello de lo siento, usted no puede pasar, son las normas, etc.
Los calvos mientras tanto irán con la cabeza bien alta y con la solvencia de quien no tiene nada que ocultar. Nos mirarán de soslayo mientras mascullan entre dientes un irónico “envidia cochina” y cruzan el umbral de la sala vip del aeropuerto de Barajas. Pero esto no es lo peor.
Lo peor es que, visto lo visto, ¿con que cara le decimos ahora al peluquero que no nos suba la tarifa?
De hacerlo habrá que esperar al momento oportuno: ese en el que no tenga tijeras ni navaja de afeitar entre las manos.