Sobre Shibata y el éxito

Toyo

(30/09/2021)Vengo de la Feria del Libro de Madrid -de la FLM como dicen las prisas, que también las palabras, como la vida, se llenan de prisas y se abrevian- de firmar ejemplares de mi libro “El Maquinista del mar”.

 Me llaman la atención los muchos escritores que firman. Escritores jóvenes, la mayoría, que soñarán con el éxito de un Pérez Reverte o de un Borges, sin duda.

 No saben que si triunfan tendrán que contar de inmediato alguna desgracia para ser perdonados, porque la gente que tiene éxito es odiada por todos, según dice el filósofo Fernando Sabater.

  El éxito, ese pez escurridizo que se nos va de las manos y que no suele acudir a quien lo llama tiene también sus particulares gustos. En las ferias, sin ir más lejos, también en la de Madrid, los grandes éxitos los obtienen los libros de cocina, los manuales de autoayuda y los colaboradores de televisión. Sus gustos y sus edades.

  En la cima del éxito se han sentado escritores muy jóvenes, pero también ancianos.

 Pienso, mientras me dirijo a mi caseta en estos últimos. En Frank McCourt el autor de “Las cenizas de Ángela” que saboreó las mieles del éxito cuando era casi septuagenario y sobre todo en Shibata Toyo, poeta japonesa, que lo alcanzó -agárrense al sofá- cuando tenía ¡¡98 años!!

 La “culpa” la tuvo la publicación, allá por el año 2009, de su primera antología que llevaba el profético título de “No te desanimes” (Kujikenaide), vendiendo 1,58 millones de ejemplares.

 Toyo se pasó la vida buscando la excelencia en lo que siempre fue su pasión, la danza clásica japonesa. Al no conseguirlo debido a un inoportuno dolor de espalda, sin desanimarse (acuérdense del título) probó con la poesía cuando ya contaba con  92 primaveras. Y lo consiguió a los 98.

 Sí. A esa edad en la que con suerte ya solo eres carne de residencia, en ese reino de la terapia ocupacional cuya ocupación consiste en jugar al bingo, hacer rompecabezas y esperar las visitas que nunca llegan, Shibata se puso a escribir poesía para demostrarle al mundo que el único pecado en la vida es perder la esperanza.

-¿De dónde saca la inspiración, señora Shibata? -le preguntó el periodista de turno.

-“Pienso en varias cosas: recuerdos de mi pasado y de mi familia, mi vida actual. Me sumerjo en los recuerdos y escribo sobre ellos”.

 Y es que a quien tiene noventa y ocho años hay pocas personas que le ganen en recuerdos. Pocas que hayan experimentado tantas veces la caricia del sol y de la brisa.

“He sido madre. En la actualidad vivo sola y recibo a menudo la visita de mi hijo. Cuando se acerca la hora de su marcha pierdo el ánimo pero intento reconfortarme y me digo: sé fuerte, aún se puede recoger la luz del sol con las manos”.

 Recoger la luz del sol con las manos, hablar de poesía o de política y alejar a aquellos que querían anularla con un trato infantil, fueron las ruedas que llevaron a Shibata hasta los 101 años acariciando el éxito. Vean este pequeño poema de Shibata que resume lo que les estoy diciendo:

 

A MI DOCTOR

Le diría que no me llamo

“Abuelita”

Y que no se dirija a mí

con preguntas estúpidas tales como:

“¿qué día es hoy?

¿cuánto es 9+9?”

Señora Shibata,

¿le gustan los poemas de Saijo Yaso?

¿qué piensa del gobierno de Koizumi?

Estas son las preguntas

que me harían feliz.

 

“Aunque me pese la soledad cada mañana me pinto ligeramente los labios y me alegro de ver el sol a través de la ventana, otra vez…y sonrío”. Grande, Shibata.



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