De Macondo a Madrigal

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(30/09/2022) Se llama Sor Jenny, es colombiana y como guía turístico enseña a españoles y extranjeros las habitaciones donde nació Isabel la Católica.

 La oí hace pocas fechas. Joven hasta rozar la niñez, alegre y culta, bien dispuesta como guía, Sor Jenny es una de las trece monjas agustinas que habitan el convento de Nuestra Señora de Gracia, antiguo palacio de Juan II de Castilla, en Madrigal de las Altas Torres.

 Si la reina católica levantara la cabeza se sorprendería al ver que una de aquellas “indias” que hizo súbditas de la corona, ha cruzado el “mar tenebroso” y ha llegado a Castilla para explicar a los españoles la historia que desconocen.

  Y es que los descendientes de aquellos aguerridos conquistadores ya no quieren ser guías, ni camareros, ni curas, ni monjas y tienen que venir “sus indios” a trabajar en sus dominios y cotizar a la seguridad social para que tanto jubilado como anda suelto pueda visitar Madrigal y oír por fin, sin añadidos partidistas e interesados, la historia de España. Esa historia que tantos desconocen y tantos manipulan para su provecho.

 Iniciamos el recorrido por la Sala de Cortes que luce un magnífico artesonado mudéjar hecho a punta de cuchillo.

-Aquí se sentaban los nobles y allá los reyes doña Isabel y don Fernando.

 Luego, Sor Jenny, nos muestra distintos objetos de época que se apiñan en unas vitrinas.

  Salimos al claustro y subimos a los pisos altos.

 -Esta es Juana I de Castilla. Ella no estuvo loca, pero sí tuvo depresiones porque su marido la trató muy mal -nos aleccionas con el acento dulce y envolvente de su tierra, ya en la antesala de la alcoba donde nació Isabel.

 Luego nos muestra los retratos de las bastardas reales, hijas de aquellos reyes que no perdían el tiempo cuando recorrían sus dominios y que tras aplacar sus ardores, lavaban su conciencia encerrando los frutos de su pecado en los conventos.

-Esta es Juana, hija natural del emperador Carlos V, cayó en un pozo del convento y murió. Tenía siete años. Y esta es doña María Ana de Austria, hija natural de don Juan de Austria, que se dejó engañar por Gabriel de Espinosa -el pastelero de Madrigal- y por el fraile agustino Miguel de los Santos. Ellos fueron ajusticiados, ella encerrada en un convento hasta que fue perdonada. Llegó a ser Abadesa Perpetua de la Huelgas Reales de Burgos.

 Y sigue enumerando y explicando los cuadros de tanta bastarda real, Sor Jenny. Y uno que ha leído Cien años de soledad cree por momentos que la que le habla y le explica la historia de España es Remedios la Bella que por una extraña bilocación ha llegado desde el Macondo de García Márquez a la hermosa villa de Madrigal.

-Esta es la alcoba donde nació la reina Isabel. Estuvo en este palacio hasta los tres años. Pero muere su padre, el rey Juan II y tiene que trasladarse a Arévalo.

 Y entonces me imagino a la reina católica, gateando, primero, correteando después, por el enlosado que según nos confirma Sor Jenny es de aquellos años.

¡Cuánto sabe esta monja y qué bien nos lo explica! ¿Conocerá también que aquella dulce niña que nació en esa alcoba, ya en su lecho de muerte, en Medina del Campo, se acordó de sus antepasados allá en Colombia?: “Y no consientan ni den lugar a que los indios reciban agravio alguno en sus personas y sus bienes, mas manden que sean bien y justamente tratados, y si algún agravio han recibido, lo remedien”.

 De las alcobas reales descendemos al claustro. La escalera regia muestra en los techos un rico artesonado.

  Los visitantes seguimos a lo nuestro: al móvil, a las fotos.

 Sor Jenny nos observa. Sabemos que tiene prisa, que la comunidad la espera para los oficios.

 Cuando termina la visita nos acompaña hasta la salida. Respetuosa con los turistas, tan pesados ellos. Con sus preguntas de niños. Con sus fotos a cualquier cosa. Con sus manías.

 Cuando nos dice adiós me acuerdo de Úrsula. La de Macondo. Aquella que, ya casi ciega, vio a “Remedios, la bella, que le decía adiós con la mano, entre el deslumbrante aleteo de las sábanas que subían con ella […] y se perdieron con ella para siempre en los altos aires donde no podían alcanzarla ni los más altos pájaros de la memoria”.



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