Ángeles metálicos

pájaros

(10/02/2022) Cuando un gobierno tiene que tranquilizar a sus ciudadanos diciéndoles que lo que les sobrevuela son pájaros y no drones, algo oscuro está ocurriendo.

  Sucedió hace tan solo unas semanas en los Estados Unidos (que es donde ocurre casi todo por primera vez): en respuesta a una de tantas teorías conspirativas que circulan por las redes y que asegura que “los pájaros no son pájaros, sino drones espías lanzados por el gobierno para controlar a la población” el gobierno norteamericano se ha visto obligado a insistir en que “los pájaros son reales”.

 Pero la duda ha sido sembrada en el fértil campo de las conspiraciones y usted y yo, bárbaros alejados del imperio, comenzaremos a mirar con desconfianza a esos pajarillos que picotean las migas en cualquier parque. ¿Serán inofensivos gorrioncillos los que nos acompañan o serán sofisticados drones que vigilan nuestro comportamiento para alimentar las insaciables “nubes de datos” con las que se controlará el mundo?

  Lo hemos visto en los documentales sobre la naturaleza. Réplicas perfectas de animales (provistas de la correspondiente cámara en uno de sus ojos) se introducen en cualquier madriguera y nos permiten conocer al detalle la vida animal. Lo que no sabíamos era que esos artilugios podrán convertirse también en réplicas de nosotros mismos (replicantes), o en los inofensivos pájaros con cámara que nos acompañarán para investigarnos.

 Alvin Helden, de la universidad Anglia Ruskin, encontró hace pocas fechas una chicharra “increíblemente rara” con un distintivo brillo metálico. La nueva especie descubierta en Uganda es tan rara que el último ejemplar se vio por última vez hace más de cincuenta años.

¿Se tratará de una chicharra espía introducida en África por potencias extranjeras que quieren controlar el continente negro para incorporarlo a sus dominios? El chirrido metálico de estos insectos siempre nos resultó sospechoso.

 Vivimos en estado de alarma, y “alarma”, vocablo de origen italiano, tiene resonancias bélicas (all´arme, a las armas). No lo olvidemos.

 La destrucción total que se avecina vendrá desde el cielo llevada a cabo por seres alados que, como en aquel cartel de Arturo Ballester Loor a los héroes, caerán sobre nosotros como ángeles apocalípticos.

“Seguí observando, y oí un águila que volaba en medio del cielo y gritaba fuertemente: « ¡Ay! ¡Ay! ¡Ay de los habitantes de la tierra cuando suenen las tres trompetas que los últimos tres ángeles están a punto de tocar!»…”, leemos en el apocalipsis.

 Las alas, símbolo de la rapidez de Hermes, el dios mensajero, atributo de la Fama y de la Victoria, motivo de la elevación y caída de Ícaro, ¿serán la causa de nuestra propia destrucción?

 Pero no quería llevar este artículo a terrenos tan dramáticos.

Mientras escribo veo una paloma que se posa en mi ventana. Analizo su forma, su textura, sus ojos. Aparentemente es una paloma pero ¿quién me sacará ya de la duda?

“Siempre que enseñes, enseña también a dudar de lo que enseñes” nos dijo Ortega y Gasset y ahora nos queda también dudar de lo que vemos.

 Habrá que mirar de otra manera, con recelo, agudizando nuestros ojos, internándonos en un territorio de arenas movedizas en el que todo se vuelve sospechoso.

 Como dijo Eduardo Galeano “las únicas certezas que valen la pena son las que desayunan dudas cada mañana”, ¡ay de los crédulos!

 Pero ¿son galgos o podencos, señor conejo de la fábula? ¿Son pájaros o drones?

 Me dice un amigo que él lo tiene bastante claro. Llevará en uno de sus bolsillos algo de alpiste y  lo arrojará en el parque. Si bajan del árbol, pájaros. Si no, drones. Y a cambiar de banco.

“Los pájaros son reales”, asegura el gobierno americano a los que dudan de los animalillos que revolotean en los jardines.

 Resuelta la duda con las aves ya solo nos quedan los insectos, los peces y los mamíferos… Y entre estos los replicantes que sigilosamente se sientan en el banco del parque junto a nosotros.

 Y por supuesto las cucarachas. Esos animalejos metálicos e inmortales, que ascienden por las tuberías para saberlo todo sobre nosotros.

Las cucarachas no son cucarachas. Pregunten, pregunten a Gregor Samsa.



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