La cultura, relegada
10/03/2020) Uno es un animal de costumbres: toma el café en la misma barra, pasea las mismas calles, bebe los mismos vinos y, salvo excepciones, ve los mismos programas de televisión.
Por eso, como animal de costumbres, no hay nada que más le moleste y descoloque que, cuando sin saber cómo ni por qué, alguien le obliga a romper la costumbre, a salir de la zona de confort, a variar el camino…
Me pasó hace unas semanas. Abrí el periódico local y me introduje en la vereda de sus secciones por orden, como siempre: portada, local, comarcal, nacional internacional, economía, cultura, deportes, sociedad, pasatiempos, contraportada.
Pero ocurrió que alguien, seguramente en las altas esferas del grupo editorial al que pertenece el diario había cambiado el orden al que me había acostumbrado. En vez de seguir a “economía”, “cultura”, como ocurría desde que leo el periódico, me encontré con la sorpresa de que el deporte tomaba la delantera a cultura y que esta era relegada a las últimas páginas.
Sé que para muchos de ustedes mi extrañeza les parecerá trivial y hasta infantil, al fin y al cabo todos sabemos desde hace décadas la importancia que va adquiriendo el deporte (esa guerra tribal incruenta que es cualquier deporte) en nuestra sociedad y que la cultura, cada vez está más confinada a las afueras de lo importante por mandatarios y poderosos. Yo también lo sé, pero aun así, me pilló de sorpresa.
Pensé que habría sido un cambio provisional y efímero, alguna equivocación por parte de un montador despistado, de algún becario que no siguió las reglas marcadas por el director, pero no. Desde entonces compruebo que antes de llegar a cultura tengo que toparme con los nuevos fichajes, los presidentes, los árbitros, el VAR, las ligas, los resultados, las botas de oro y los campeonatos de liga, del rey, de la copa, de la supercopa, etc. etc.
Uno que es muy tradicional siempre ha pensado que el orden sí importa. Que no es lo mismo ser el primero que el último, que hay diferencia entre avanzar y retroceder (recuerdo a mi maestro de escuela cuando, puestos en fila, nos hacía avanzar o retroceder según nuestro nivel lector), que es mejor gozar de un puesto preferente a ser relegado en la empresa, que lo prioritario y ventajoso son hechos a considerar. Por eso ver la cultura relegada al deporte me ha dado que pensar. Como me da que pensar desde hace tiempo ver cómo las páginas de uno (el deporte) engordan de año en año mientras que las de la otra (la cultura) adelgazan en la misma proporción. Más aún: he llegado a considerar que uno (el deporte) engorda a costa de la otra (la cultura).
Y me ha dolido. Me ha dolido porque pienso que relegar la cultura es relegar el paracetamol con el que se soporta mejor el dolor que nos causa el vivir. Porque la cultura amplia la libertad individual. Porque la cultura es una forma de estar en el mundo, algo que muchas veces te sostiene en la vida más que la fortaleza física, que el status o el dinero. Porque la cultura es el salvavidas que cada cual lleva dentro y que usa cuando llegan (que llegarán) los momentos difíciles.
Dice el psicólogo social Jonathan Haidt que como nos gusta tanto la vida tribal hemos inventado los deportes.
Quizá en eso radique el éxito del fútbol (porque hablemos claro, cuando hablamos de deportes casi siempre hablamos de fútbol), en fomentar lo tribal, las identidades, los abanderamientos, la pertenencia a un club,…
Pero, ¿quién fomenta la ciudadanía, la universalidad, los incentivos éticos, la cooperación entre equipos, la acogida del diferente, los valores compartidos, los ideales?
El espacio que ocupaba la cultura está ocupado por cocineros, futbolistas y famosos. Preguntes ustedes a cualquier niño de primaria qué quieren ser de mayor. Pregunten.
La cultura, señor director de periódico, no puede estar relegada a la última sección, la cultura no es un mero pasatiempo sino algo esencial en nuestra vida. La cultura debería tener un lugar prioritario en su periódico. Sí.
Porque el teatro, la música, la danza, las artes visuales, el cine, la literatura, abren nuestra mente a mundos de conocimiento y entretenimiento y nos permiten vivir una vida más plena, señor director.
Ese gesto de aparcar la cultura al final del periódico no es baladí ni trivial, es todo un símbolo de hacia dónde nos lleva una élite política y económica que cediendo a la tiranía del gusto por lo fácil y ligero, solo busca sanear sus finanzas e ignora y desprecia a la cultura. Pena.