Internet y el fuego
(30/01/2020) Que nos hallamos en la era digital (tras dejar atrás la edad contemporánea) es algo que ya pocos ponen en duda. Como tampoco cuestiona nadie el enorme caudal de información y de conocimientos que circulan por esta red de redes que conocemos como Internet.
Sin movernos de casa, a la distancia de un clic, podemos acudir a millones de publicaciones, pero también a una serie de conferencias dadas por entendidos en cualquier ámbito del saber: filosofía, historia, literatura, arqueología, astronomía, música, etc. etc.
Basta con saber quiénes son, a nivel mundial, los que lideran los conocimientos en diferentes disciplinas y teclear su nombre, para que nos encontremos a estos sabios impartiendo conferencias en universidades, congresos, auditorios, teatros…
Buscando información sobre el Rigoletto de Giuseppe Verdi, me topé hace pocas fechas con las charlas dadas por el músico, humanista y escritor Ramón Gener que, aprovechando el tirón mediático de sus programas televisivos (This is opera yla serie “200” sobre el bicentenario del Museo del Prado, entre otros) pero sobre todo su carisma y sabiduría musical, ha dado una serie de conferencias (o mejor sería decir clases magistrales) en Valencia bajo el título de Les arts és òpera, en las que presenta con rigor y sencillez sus conocimientos musicales al público presente.
Enormemente impresionado por la profundidad con la que analiza la ópera verdiana, escuché su charla sobre La Flauta Mágica de Mozart y ya puesto, como el que acaba de probar una droga enormemente adictiva, con otras lecciones de este carismático personaje sobre obras universales como Iolanda de Chaikovski, Lucía di Lammermoor de Donizetti, I masnadieri de Verdi y otras más cercanas en el tiempo, pero no menos geniales, como Bohemian Rhapsody del grupo Queen.
No exagero si les digo que después de oír a Ramón, no he vuelto a ver las obras aludidas de la misma manera.
Ramón no da clases sobre música, no da conferencias sobre ópera. No. Ramón vive la música, disfruta y sufre con la música, emocionando a un público que le escucha sin pestañear. Ramón descarga conocimientos como quien descarga las maletas de su enorme cultura.
Sé que algunos de ustedes me acusarán de un exceso de entusiasmo. Y puede que tengan razón. Pero si lo hacen, háganlo después de oír las charlas de Ramón. Y luego me cuentan.
Es muy fácil. Sus clases, que circulan en vídeo por la Red, están, como les dije, a un solo golpe de clic tras escribir en el buscador el nombre del músico. No tienen que desplazarse al Palau de les Arts Reina Sofía de Valencia, ni a otros foros donde da dichas charlas. Sólo dando un golpe de clic en su casa y gracias al milagro de Internet.
“Internet es lo más parecido al descubrimiento del fuego” dice el filósofo y escritor Antonio Escohotado (a cuyas charlas en Internet también he acudido), y todos sabemos que el fuego, que ha sido clave en el progreso de la humanidad, también puede servir para quemar una biblioteca. Como Internet, que puede usarse para lo bueno o para lo malo.
Aunque ya han pasado días desde la fiesta de los Reyes Magos, donde, como manda la tradición, muchos de ustedes se han hecho regalos, permítanme que les ofrezca el mío: oigan los distintos vídeos que hay en la Red sobre Ramón Gener y la música.
En mi anterior artículo le hablé sobre los peligros de estar hiperconectados y seguramente alguno de ustedes pensó que estaban ante un claro detractor de Internet. Nada más lejos.
Internet como cualquier avance en la historia del hombre puede ser utilizado para bien o para mal. Acuérdense del fuego. Pero para un estudioso, para alguien que tiene hambre de saber y cuyo pensamiento aspira a la universalidad, a viajar por todos los planetas del conocimiento, Internet es, junto con el libro, la mejor herramienta inventada.
Prueben lo que les digo oyendo a Gener, oyendo sus lecciones sobre la música, sobre las óperas.
Cuando al dramaturgo irlandés Bernard Shaw le preguntaron qué era la ópera respondió: “la ópera es un tenor y una soprano que se enamoran y un barítono que lo hace imposible”. Y se quedó tan tranquilo.
Si oyen a Ramón Gener, entenderán que eso no es cierto, que detrás de las notas que encierran los pentagramas (detrás del “aria de locura” de Lucia de Lammermoor, por ejemplo) se encierran muchos mundos, muchas vidas, muchas emociones, muchas historias. Pero hay que saberlo. Porque solo desde el conocimiento podemos llegar al amor por las cosas, por la ópera. Gracias Ramón.