Teresa Forcades y El Esgueva

(10/4/2013) Vacaciones de Semana Santa. Me levanto tarde. Más tarde de lo habitual. Dormir es una forma de morir. Pienso. No extraña que tantos jubilados y prejubilados, sin horarios que les obliguen a madrugar, duerman tanto que algunos cojan el sueño definitivo.

 

-¡Pobre! ¡Qué poco ha disfrutado de la prejubilación! -comenta alguien en la avenida.

 

- ¡Le encontraron durmiendo! -concluye otro.

 

Vacaciones. Vacui dies. Días vacíos, desocupados, vacantes, libres.

 

Escucho la radio mientras desayuno. Es mi forma de huir del horror vacui. De enfrentarme a mis soledades. A mis ocios.

 

En las ondas Teresa Forcades, médico, teóloga y monja –no sé si por ese orden- se despacha tan a gusto hablando de las mil teologías que la enamoran. Pero también de lo humano.

 

Como otra Teresa de Ávila defiende que Dios también está entre los pucheros. O entre las farmacéuticas.

 

Pero ¿por qué una monja benedictina en la radio? Acaba de publicarse uno de esos libros que tachan de valientes quienes no esperan exabruptos literarios o vitales en boca de una monja. “Conversaciones con Teresa Forcades” es el libro en cuestión y su autora Eulàlia Tort.

 

-¿No hay contradicción entre su lucha por la igualdad y el estado de la mujer en la Iglesia? – pregunta un contertulio a la autora de “La teología feminista en la historia”.

 

- No hay contradicción. Hay tensión. Desde los inicios del cristianismo- añade la monja de Montserrat- está presente esa tensión.

 

Y defiende sus argumentos con citas que llevan al siglo IV y a los padres de la Iglesia y a San Gregorio…con un verbo preciso y rápido. Hiperactivo.

 

- Hoy me hubieran diagnosticado como hiperactiva, me aburría en clase y los profesores no sabían qué hacer conmigo – confiesa Teresa al principio de sus “conversaciones”.

 

Tienes suerte de haber nacido niña, Teresa. Vuelvo a pensar. Y de enamorarnos con tus decires. Aunque los habrá que te tachen, a más de hiperactiva, de “marisabidilla” como antaño, o de “hierbajo” como hiciera Lutero en sus “conversaciones de sobremesa”:

 

“las niñas empiezan a hablar y tenerse en pie antes que los chicos porque los hierbajos siempre crecen más deprisa que los buenos cultivos”.

 

- ¿Qué pasa con las mujeres?- se pregunta la benedictina que clama por una “teología crítica con las estructuras patriarcales”, por unas “relaciones igualitarias y no de sometimiento”.

 

Y se responde y nos responde a todos que hay que lograr un feminismo de la igualdad, una dignificación de la mujer. No al secuestro patriarcal del mensaje evangélico.

 

Y uno se acuerda de Inés de la Cruz, y de María Jesús de Ágreda y de tantas otras “latiniparlas” despreciadas por el poder masculino desde que el mundo es mundo.

 

“…las mujeres… que sean calladas, sean pacíficas, sean sufridas, sean retraídas y sean honestas”, aconsejaron desde antiguo los teólogos, pero Teresa se pasa por debajo del arco del triunfo tamaña herejía y, mujer brava, se lanza al ruedo de la palabra. De la vida.

 

Y You Tube llena sus ventanas con el verbo generoso de esta catalana que no cree en ataduras, silencios, ni en aquello de “por la boca muere el pez”. Que morirá.

 

El largo silencio de la mujer en la historia estalla en los labios de Teresa Forcades y clama ante el mundo digital que Dios no es ni masculino ni femenino. Que es amor y libertad absolutos. Que el ser humano es pieza única e inclasificable, con un horizonte vital singular e irreductible.

 

Y luego habla de la gripe aviar y de las farmacéuticas y del aborto y del matrimonio homosexual y de la independencia y de lo que ustedes quieran.

 

-Teresa, “¿por qué no te callas?”.

 

El obligado mutismo de la mujer en la historia se hace añicos en Teresa Forcades. Ya era hora.

 

 

Vacaciones. Me voy a ver la desembocadura del Esgueva. Dicen que con las últimas lluvias está crecido. ¿El Esgueva?, ¿la Esgueva? ¿Por qué los ríos tienen género?

 

“Dios no es masculino ni femenino”, pienso mientras observo al Esgueva suicidándose en espuma ante un indiferente Pisuerga.

 

Y otra vez me llegan las voces de la Forcades: “ El amor tiene en su raíz un espacio de libertad, de gratuidad, de rotura. Tú no puedes racionalizar el amor”. La Esgueva tampoco.

 

Y aprovechando que el Esgueva también pasa por Valladolid me voy a ver la exposición temporal “Diálogos de lo sagrado”. Los vínculos entre escultura y religión en las distintas civilizaciones.

 

El catolicismo europeo, el animismo africano, el budismo chino, el hinduismo de la India, dialogan y se abrazan en el Palacio de Villena. No hay forma de racionalizar el amor. Teresa.

 



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