Sucedió en Valladolid

(5/2/2008) Hay días negros en la biografía de las ciudades. De Cualquier ciudad. También de la nuestra. Valladolid se vistió, en los primeros días de febrero -mes de carnaval-, con la careta antigua y grosera de la tragedia. Con la máscara del horror.

Lo habrán oído ustedes. Un muchacho francés viene a visitar a la chica de la que se enamoró en uno de tantos programas de intercambio y encuentra la muerte más estúpida -si se me permite el adjetivo- en la puerta de una discoteca.
Dos líneas para resumir la tragedia y la desolación. Dos líneas para resumir el sinsentido, la sinrazón, la perplejidad….la rabia.
Venía de Lille, de esa hermosa ciudad norteña con la que estamos hermanados los vallisoletanos, para encontrarse con su amor español -que el amor nunca supo de fronteras-
y se encontró la muerte inexplicable y sorda, cruel y rufianesca en los aledaños de una sala de baile.
Hace pocos meses, allá por mayo, presenté un libro dedicado a los muchachos de Lille, a esos estudiantes que nos visitan y llenan nuestras calles con la alegría de la juventud recién estrenada. Quería que conocieran la ciudad, que vieran que Valladolid atesora arte e historia a raudales. Que no es o no debiera ser una ciudad de paso. Que hay que verla y saborearla despacio. Por eso mi dolor ha sido si cabe mayor que el de mis conciudadanos. Todos perplejos y sin voz para lanzar el grito más desgarrador que pudiera redimirnos de la tragedia que ha acampado en nuestra puerta.
¡Cómo se puede matar a quien viene a buscar el amor, la felicidad, la dicha! ¡Cómo se puede matar a nadie! Nunca hubo una muerte menos anunciada que la de Guillaume. Muerte inexplicable, de las que dejan aturdidos a todo un colectivo de ciudadanos que siempre defendimos que nuestra ciudad era una ciudad segura.
Hoy mismo, mientras investigaba, hurgando en viejos archivos, la historia de la ciudad, de Valladolid, me he encontrado con una cita del Maestro Gil Dávila – autor del XVII-. Habla sobre la forma de ser de los vallisoletanos y dice así:
“El natural de sus gentes participa de constelación benigna que hace a sus naturales benignos, corteses y más inclinados al conocimiento de  las ciencias, sosiego y dulzura de las letras humanas que al furor y espanto de las armas”.
Furor y espanto de las armas. ¿Les suena?
Marta Martínez me envió un correo que resume fielmente el sentir de tantos vallisoletanos y que demuestra a las claras que, a pesar de la imagen que ha dado el asesino de Guillaume, somos más los de natural benigno y cortés. Muchos más.
Este fue su correo:

G. M. V. T. son las iniciales de un chico de 18 años que este viernes 1 de febrero de 2008 dejó su vida a las puertas de la discoteca Mambo en Valladolid. Un joven que viajó desde Francia para darle una sorpresa a su novia, M, recordándola cuánto la quiere y lo que es capaz de hacer por ella. Capaz hasta de morir por defenderla. Sí, dio su vida por ella. Un grupo de deshumanizados seres ,de ideología muy concreta, comenzaron a ofender a unas jóvenes que tan sólo querían celebrar con todo el colectivo de estudiantes del colegio francés de Valladolid el cumpleaños de una de ellas y el viaje de estos chicos que por amor viajaron desde Francia solo para verlas. Ellos salieron en su defensa y en principio todo quedó allí. Pero G. M. V. T. se encontró la venganza del filo de una navaja que le atravesó la aorta a la puerta de la discoteca. Agonizante corrió a pedir ayuda dentro. El reloj marcaba la una menos cuarto, el de G. M. V. T. la hora de despedirse de sus amigos franceses que viajaron con él, de su novia vallisoletana, de LA VIDA…
Dos horas más tarde moría en un quirófano del Hospital Clínico de Valladolid tras haber recibido litros y litros de sangre y grandes esfuerzos por parte del equipo sanitario que sólo pudo darle la mejor muerte posible, si es que pudiera hablarse de ella en circunstancias así.
Y mi pregunta va directa al ser deshumanizado que tuvo el valor de decidir si un ser más humano que él debía vivir o no por defender a su novia: ¿qué has ganado? ¿Y sabes cuánto ha perdido él? ¿qué clase de beneficios hay en sacrificar como a un animal a un chico que viaja a nuestro país con las espectativas de una persona que empieza una vida llena de planes, de felicidad, de energía…?Alguien que defiende los derechos y dignidad que tú te estás saltando al faltar a esas chicas, alguien que deja su mundo por unos días para dar la felicidad que tú quitas a esa joven, ¿realmente sigues sintiéndote más poderoso que él para poder decidir así? ¿qué es de los padres que reciben la noticia de la muerte de un hijo en plenos 18 años a cientos de kilómetros? se va una sonrisa y vuelve un cuerpo frío, sin un adiós, sin un ‘perdona si en algun momento…’, sin un instante para recordarle que siempre le querrán, y que él les esperará donde esté
¿por qué no nos ponemos en el lugar del otro antes de soltar una palabra hiriente, un tortazo, UNA PUÑALADA?¿dónde está el límite?¿dónde quedan los valores, los derechos humanos, EL DERECHO A LA VIDA…?
M, ésa es la inicial del nombre de una de las chicas que ven truncada su vida, APUÑALADA su vida, en plena felicidad. Un día que podía ver a su mejor pensamiento hecho realidad tras recorrer cientos de kilómetros sólo por ella. Un paso de la felicidad a la muerte, y un paso que no decides tú, lo deciden por tí. Qué irónico: vive quien la ofende y muere quien la defiende.
¿Qué papel es ahora el nuestro, el de la sociedad, los amigos, los padres?¿Hasta qué punto vamos a permitir que se formen esta clase de seres dentro de la raza humana?Tomemos partido, por el amor de Dios!  Quizá un mero ‘cállate’ que un niño reciba con 3 años implique un insulto a sus 15 años y un puñetazo a los 20.  Puede que una descalificación hacia otro hoy ocasione su venganza con el resto del mundo mañana.  Qué clase de personas queremos formar en los niños que hay a nuestro alrededor, humanos o fieras en potencia. Y los que ya no somos tan niños: os animo a hacer una AUTOCRÍTICA: revisar nuestros valores personales, qué hay por encima de ellos y qué por debajo, qué estamos dispuestos a permitir a nuestro alrededor y qué no, qué hacemos bien con los demás y qué no, qué respetamos y qué no, y qué deberíamos cambiar…¿Realmente una idea vale más que una vida?
Si difundiérais este mensaje, por favor, estaría eternamente agradecida, pues mi alcance es limitado a mis contactos. Y me gustaría que este mensaje llegase a la humanidad en su totalidad.
Gracias por vuestra atención.
Fdo: Marta Martínez.



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