Perfiles

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(30/06/2023) “El candidato no nos interesa, da un perfil bajo” -sentencia el director de Recursos Humanos ante el asombro del resto del equipo.

 El aspirante al puesto acapara doctorados en tres carreras y varios máster en Administración de Empresas, amén de publicaciones en las más prestigiosas revistas, pero para el director de RRHH no encaja en la persona que necesitan. Es de perfil bajo.

 Esto del perfil debería ser materia de estudio en las facultades, pero muchos se oponen. Afirman los genetistas que el perfil, como el comportamiento gregario de los humanos, es algo genético y que nadie puede dar lo que no tiene; que quod natura non dat, Salmantica non præstat.

 Hoy el triunfo empresarial está en manos de sujetos de perfil alto, esos a los que el resto de los compañeros, quizá con alguna envidia, motejan de trepas.

 Nuestros maestros ya nos advirtieron sobre el asunto: “Tened cuidado con ese que se sienta a vuestro lado y al que despreciáis por su poca aplicación, puede que algún día sea vuestro jefe y acabéis comiéndoos los mocos”.

 Se referían, claro está, a aquellos que no sabían hacer la “o” con un canuto, pero se mostraban dicharacheros en su ignorancia, charlatanes en temas que desconocían y descarados ante cualquier público. Eran, aunque entonces no se usaba el término, alumnos de perfil alto, llamados a triunfar en la vida aunque nunca llegaran a multiplicar por el nueve.

 Y efectivamente, hoy son influencers, triunfadores en Instagram, presentadores de programas basura y líderes en su circunscripción territorial.

 Líderes que, curiosamente, se rodean de hombres y mujeres de perfil bajo que suelen ser quienes les sacan las castañas del fuego, pero que permanecen en la trastienda sin osar hacerles la más mínima sombra. Más les vale.

Así que si usted es inteligente, pero de perfil bajo, ya sabe lo que le espera: un puesto como asesor  del jefe en una empresa, en una consejería o en un ayuntamiento. Lo demás es soñar despierto. Reconozca y asuma su condición de apocado, tímido y modesto y no aspire a lo inalcanzable. Se frustrará.

 Aquello de que los humildes heredarán la Tierra, queda muy evangélico, pero es poco creíble. Echen una mirada a quienes mandan en cualquier campo y salgan de dudas ¿dónde ven la humildad?, ¿dónde la discreción?, ¿dónde la modestia?

 Compréndalo y no se amargue la existencia: cada cual acarrea el perfil que le tocó en suerte. Cada cual es hijo de su padre.

 Lo curioso de todo esto es que el maniqueísmo imperante que se mueve entre el blanco y el negro, lo bueno y lo malo, el amor y el odio, ha llegado también a los perfiles. Pero entonces, ¿dónde quedan los grises?, ¿dónde el perfil que se mantenga en un virtuoso medio?  En ningún sitio. Simplemente no existe. Aquello de que en el medio está la virtud no es aplicable a nuestro mundo. En los perfiles tampoco. O estás conmigo o estás contra mí.

 Ahora, cuando todo el mundo tiene su perfil en las redes sociales, dedíquese, si puede, a clasificarlos. Comprobará que es tarea imposible porque cada cual presenta su mejor cara y unos currículos que asustan por lo interminables. Habrá que recurrir al algoritmo, ese monstruo que ya devora nuestras vidas, para saber el perfil de cada cual. Tiene la virtud de ser más completo, pues se basa no solo en el bagaje académico de cada quisque (algo que cuenta cada vez menos), sino en su participación en las redes sociales, en su mayor o menor atrevimiento, en su querer o no figurar en cualquier sarao, en si se muestra cauto o temerario en situaciones de riesgo, en su forma de comportarse ante sus oponentes.

 Con la inteligencia artificial esto será pan comido: mínima exposición al público, empeñado en no llamar la atención, baja visibilidad, tendencia a pasar inadvertido, proclive a evitar enfrentamientos, a mantenerse en un segundo plano, a estar bajo el radar,… entonces es de perfil bajo; pero si se trata de alguien egocéntrico, necesitado de los focos, encantado de la sobreexposición, volando por encima del radar (de sus posibilidades), necesitado de notoriedad  y además es chistoso, vitalista y arrogante, entonces estamos ante una persona de perfil alto, ante alguien necesitado de estar en la palestra y que, si le dejaran, sería la novia en la boda, el niño en el bautizo y el muerto en el entierro.



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