La ruta del hereje

(30/5/2008) La ruta teatralizada de “El hereje”, basada en la novela homónima del escritor Miguel Delibes y representada en Valladolid el día de santo patrono de la ciudad, merecería ser declarada bien de interés cultural y turístico con mayor premura y justicia que otros acontecimientos de más que dudosa relevancia histórica.
Asistí el día de San Pedro Regalado a la representación que el grupo Azar Teatro hacía de dicha ruta y créanme si les digo que el espectáculo merece la pena, que la puesta en escena es impecable y que lo único que se puede achacar en su contra es que solamente se hicieran dos representaciones -una por la mañana y otra por la tarde- y tuviéramos que soportar, quienes acudimos a la cita, la masificación que estos espectáculos soportan y padecen cuando se anuncian por los distintos medios de comunicación.
La ruta comienza en la inigualable Plaza de San Pablo, sede de la corte en los años en los que el erasmismo hacía acto de presencia en la ciudad -en la conferencia de Valladolid de 1527 sus tesis saldrían victoriosas – y en cuyas cercanías nace Cipriano Salcedo, protagonista de la novela “El hereje”.
En el Palacio de Fabio Nelli -importante banquero de ascendencia italiana- los cómicos nos regalaron con un entremés jocoso antes de sumergirnos en la calle de Santo Domingo de Guzmán, calle conventual donde las haya, en cuyos monasterios -Santa Catalina, Santa Isabel- cuajo el luteranismo y de cuyas celdas saldrían algunas religiosas camino del auto de fe y del quemadero.
La recreación en dicha calle del entierro de un apestado por parte de los “niños expósitos” -encargados de tal cometido en aquellos años- fue uno de los momentos más intensos de los ofrecidos por los actores, como lo fue el breve diálogo entre Lactancia y Arcediano -protagonistas del Diálogo de las cosas acaecidas en Roma, de Alfonso de Valdés- junto a la Iglesia de San Agustín y la recreación plástica de la Santa Cena de Juan de Juni en los aledaños del convento de San Benito.
Pero la guinda a tan inolvidable espectáculo la pusieron los actores en el Campo Grande
- lugar en el que se hallaba el quemadero – cuando leyeron la lista de los condenados en el Auto de Fe de 1559. Su larga y dolorosa relación y las palabras de Minervina -la entrañable muchacha de Santovenia que se hace cargo de Cipriano cuando pierde a su madre- sobre la muerte de su querido “hijo”, crearon una atmósfera y una carga emocional tan intensa que a todos nos dejaron sobrecogidos. Tras el bullicio y la algazara que habían acompañado a la comitiva  por las calles de la ciudad, el silencio podía cortarse con un cuchillo y las emociones de algunos lucharon inútilmente  para no materializarse en lágrimas.
Espectáculo sencillo y sentido el ofrecido por Azar Teatro que cuentan con actores de valía y que nos hizo olvidar, como más arriba apunté, problemas por la masificación y  el exceso de ruido debido a la ausencia de más actuaciones en una ciudad que se vuelca en estos eventos y que, no lo olvidemos, tiene más de 300.000 habitantes.



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