La inmediatez y la indigencia

inmediate

(30/09/2019) En la película Vivir dos veces de la directora María Ripoll que trata sobre el Alzheimer que sufre un profesor universitario (interpretado con solvencia por el actor Oscar Martínez), cuando éste le dice a su nieta que no tiene móvil, ésta le responde “¡abuelo, cómo puedes estar sin móvil, pero si es “dios”!”

 Aunque estamos, como es lógico, ante una exageración, la frase nos hace reflexionar sobre las muchas ventajas (prestaciones) del móvil. Tantas que le convierten en una máquina prodigiosa, en un súper robot, o, como dice la niña de la película, en un “dios”.

Y entre las ventajas con respecto a otras máquinas hay una que ha hecho de él una herramienta indispensable: la inmediatez.

Los tiempos de espera se han reducido o han desaparecido en actividades que antes nos llevaban su tiempo: hasta hace tan solo cuatro días si querías hablar con tus padres tenías que llegar a casa (o ir a una cabina telefónica, ¿se acuerdan?), si deseabas saber cómo le iba al amigo lejano había que escribir, comprar sobre y sello, acercarse al buzón de correos y esperar la respuesta; si querías estar a la última en cuanto a noticias tenías que ir al kiosco, comprar periódico y revistas y por supuesto leerlos, lo que llevaba horas o días de denostado esfuerzo y de espera.

 Hoy esas actividades y otras que no cito, por no resultar prolijo, están a un clic de distancia temporal y las enviamos y nos llegan vía satélite a la velocidad de la luz (en tiempo real, decimos): podemos hacer y recibir llamadas en el momento, estar en contacto con amigos permanentemente gracias al wasap, consultar las últimas noticias en cualquier periódico del mundo y ver al momento, cliqueando en la “galería”, las fotos de nuestro álbum familiar.

 Es la inmediatez, amigos, que diría alguien. Inmediatez que, como no podía ser de otra manera, como cualquier novedad tecnológica que nos llega tiene sus pros y sus contras y va dejando cadáveres en el camino: superficialidad, estrés, teledisponibilidad permanente, frustración, impaciencia, insatisfacción, ansiedad…

 Daniel Innerarity, filósofo y director del Instituto Globernance, dice al respecto: “

“La inmediatez se ha convertido en una estrategia de abreviación de los plazos y generación de la simultaneidad, lo que incrementa la aceleración general y la cantidad de cosas que podemos  (y debemos) hacer…donde rige la teledisponibilidad permanente, la urgencia se contagia hasta el espacio privado que ya no resulta protegido por la distancia física”.

 Por eso debería haber un contrapeso a esa inmediatez, a esa aceleración a la que nos aboca la tecnología, buscando momentos de reposo, de meditación, de introversión, de calma, de análisis, de reflexión, de crítica…porque si algo caracteriza a nuestra época (y la inmediatez lo afianza) es la indigencia interior.

 Quizá una de las perdedoras con la irrupción de la inmediatez, junto a otras actividades que requieren su tiempo para poder llevarse a cabo, sea la actividad lectora. Cuando todo lo conseguimos y lo vemos a la velocidad de la luz, ¿cómo esperar para saber lo que nos quiere decir cualquier libro? La lectura y la comprensión del texto leído requieren su tiempo, su rumia mental y no se logran de forma inmediata.

 Dicen los pesimistas bien informados que el móvil es el nuevo libro de los que no leen. Que los libros han desaparecido de las manos de quienes antes leían en el metro, en el autobús, en el tren, en el avión… y han sido sustituidos por el móvil y no precisamente para leer libros digitales.

 Andrés Neuman, narrador argentino, asegura que la literatura debe ejercer de contrapeso de la inmediatez nerviosa actual. Ojalá.

 Porque el problema es que, como llevamos a “dios” encima, y ese “dios” es omnipotente y omnisciente, lo queremos todo y lo queremos ya, olvidándonos de que hay actividades que requieren su tiempo de espera, su profundidad. Que no todo se consigue a corto plazo y que la paciencia ha estado entre las virtudes del hombre.

“Si he hecho descubrimientos valiosos ha sido por tener más paciencia que cualquier otro talento”, nos dejó escrito Isaac Newton. Y como él tantos otros.

 Esta sociedad del clic, esta vorágine de lo inmediato, nos lleva a la improvisación, al simplismo, a lo anecdótico, a lo banal…Pero no se preocupen los lectores de este artículo: por fin llega el 5G y su ¡¡reducida latencia!!…¡Estamos salvados!



Los comentarios están cerrados.