El grito de Greta

LLANTO

(30/10/2019) Ahora que está de moda esgrimir las identidades de unas comunidades frente a otras, ahora que la tribu se revaloriza en el territorio emocional de cada cual, ahora que algunos ondean las banderas del supremacismo y la xenofobia, hay quien, ya puestos, aboga por alzar otro estandarte más: la bandera rural frente a la urbana, el estandarte de la España vaciada del interior frente al de la España repleta y desbordada de la costa. Aquélla flaca cual perro vagabundo, ahíta ésta de hoteles y turistas.

 Porque la sangría y el abandono continúan en la España vaciada y muchos municipios no saben qué hacer para seguir ocupando un lugar en el mapa.

Aunque ideas no falten.

Ahí tienen a vecinos, a punto de extinguirse como especie, buscando vexilólogos que diseñen su bandera y su escudo para que en un futuro que pintan negro se sepa que existieron, que amaron y sufrieron. Que también ellos fueron “comunidad histórica”.

 Ahí tienen a alcaldes que aprovechando las fiestas patronales -cuando vuelven tantos, aunque por unos días- cuelgan fotos para que se ponga nombre a tantos que se fueron y que nadie conoce. Alcaldes que invitan a abuelos y nietos a colaborar en la búsqueda de tanto desconocido o desaparecido en los retratos. ¿Quién sabe dónde?

 Porque se trata de eso: recuperar la memoria perdida, evocar los recuerdos con fotos de emigrantes que marcharon a Alemania, a Suiza, a Barcelona, a Madrid, al País Vasco… Despertar la memoria y traer al presente personas y lugares ya olvidados.

 Los antropólogos culturales están exhaustos de trabajo, cansados de buscar proyectos coherentes y realizables que logren subir la autoestima de tanto pueblo abandonado en el interior de una península que va para desierto.

 No entienden (los antropólogos, claro) que cuando tanto banco y tanta entidad financiera en quiebra han sido rescatados por Europa, cuando tanta empresa  en crisis ha logrado la financiación necesaria para seguir adelante, nadie apueste por financiar el mundo rural y su cultura. Esa cultura que guarda las esencias de nuestro ser más íntimo y que es parte fundamental de nuestra historia personal.

 El grito desesperado de Greta Thunberg, niña de dieciséis años, que entre sollozos ha alzado la voz en la ONU porque “se están colapsando los ecosistemas y estamos a las puertas de una extinción masiva”, bien debería oírse también en el Parlamento Europeo o donde sea porque un ecosistema cultural de siglos, la sabiduría milenaria de tantos pueblos pedanías y aldeas, se está extinguiendo en la España vaciada.

 ¡Ven Greta a nuestros pueblos sin niños ni futuro y grita su muerte y abandono!

“Hay pueblos que saben a desdicha. Se les conoce con sorber un poco de su aire viejo y entumido, pobre y flaco como todo lo viejo” nos dejó escrito Juan Rulfo como si su Pedro Páramo en vez de andar por Méjico hubiera deambulado por ese inmenso geriátrico que son las zonas rurales de la España interior.

 ¿Para cuándo la “cuestión rural”, señor político? ¿Para cuándo la aplicación de tanto Plan para el Desarrollo Sostenible del Medio Rural? ¿Para cuándo las inversiones públicas y privadas que se prometen en las jornadas electorales y se olvidan tras el recuento de votos? ¿Para cuándo aquello del desarrollo sostenible, repito?

 Alguien tendrá que encargarse, algún día, de salvar esta empresa de siglos, estos pueblos que saben cómo se amasa el pan, cómo canta el jilguero, cómo silba el pastor, cómo brota la uva, cómo rumia la vaca, cómo alivia la fresca, cómo pasan las horas…

  Mientras tanto habrá que refugiarse en los sentimientos identitarios (tan peligrosos cuando ya eres rico) y buscar asesoramiento a la sociedad vexilológica para pedir bandera en la que envolverse antes de morir.

 Eso o buscar soluciones. Soluciones complejas a un diagnóstico complicado. Soluciones que aborden el problema desde todos los ángulos: asistencial, educativo, industrial, digital, patrimonial…

 Y una niña rural que grite como Greta Thunberg hasta enronquecer de dolor: “¿Cómo se atreven a fingir que esto se puede resolver actuando como de costumbre y con algunas soluciones técnicas?”.



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