El mercado y la lengua
(10/12/2024) Casi sin darnos cuenta después del Black Friday y sus secuelas ha llegado el Cyber Monday y ahí estamos, metidos de lleno en el Adviento: un tiempo de preparación para la llegada del Mesías mediante la compra desenfrenada y compulsiva de todo tipo de mercadurías.
Los defensores del idioma y las ciudades cervantinas lo tienen claro, dadas las ventajas comerciales que acompañan al inglés están decididos a traducir el entrañable “lunes de aguas” -que llegará la próxima primavera por Salamanca y su provincia- por el Water Monday que de seguro fomentará el consumo y la ingesta de sustancias tras las penitencias de Semana Santa.
Todo se compra y se vende. Ya sospechábamos algo cuando cantábamos aquello de “hacia Belén va una burra”. El animal en cuestión y su dueño comerciaban con un excedente de chocolate -llevaban la chocolatera, el molinillo y el anafre- que había que vender en cualquier población, por ejemplo, y sin ir más lejos, en la misma Belén.
Y es que los excedentes siempre dieron lugar a tradiciones más o menos santas: el de uvas nos aportó la ingesta de las doce uvas cuando llega la Nochevieja y el de lentejas les viene como anillo al dedo a los italianos desde los tiempos de la antigua Roma para dar salida a las lentejas.
“Es el comercio, estúpido”, podríamos decir glosando aquella frase que se hizo famosa en los Estados Unidos en los años noventa: the economy, stupid (es la economía, estúpido).
Por eso cada vez son más quienes, cuando llega la Navidad, toman avión y fríos y se encaminan a los muchos mercadillos navideños que se reparten por la vieja Europa.
“¿Adónde vas con tanta prisa?” le preguntamos al vecino que, maleta en ristre, se encamina al aeropuerto- “al mercado navideño de Friburgo” nos responde, mientras se acomoda la bufanda y la cartera.
“Noviembre dichoso mes que comienza por los Santos y termina en San Andrés” decía el refranero de hace años, pero en los tiempos que corren ha quedado obsoleto y hoy alguien lo ha sustituido por otro más actual y moderno “Noviembre dichoso mes que termina con el Black Friday y da paso al Cyber Monday”.
Son tiempos estos de consumo puro y duro que fomentan nuestras ciudades con luces horteras que hacen que se parezcan cada vez más a Las Vegas, ciudad diseñada para el consumo y la superficialidad.
Los alcaldes metidos en esa estupidez del “y yo más”, compiten por iluminarlo todo, llevando las luces LED hasta los ríos para desgracia de las especies acuáticas que deben andar de psicólogo en psicólogo ante tanta luz. Extraña que no haya surgido algún edil que, puesto a ser original, abandone las luces y opte por la oscuridad total invitando a lugareños y turistas a ver las estrellas cuando llega diciembre. Pero la originalidad está reñida con nuestros mandatarios.
Vivimos en una sociedad enajenada y oscura (a pesar de tanta luz o precisamente por ella) narcotizada por el consumo.
Llegó diciembre acompañado del Cyber Monday, como se dijo, y del puente de la Constitución tan dado al consumo de experiencias viajeras, de visita a lugares donde no se nos ha perdido nada, y que terminará, como termina todo, dejándonos un regusto amargo. Y luego, el día 14, llegará el Green Monday (Lunes Verde) creado por Ebay en 2007 que actúa como una alerta para hacer las compras no sea que se nos olvide que Navidad es consumo.
“¡Ven, ven Señor, no tardes, ven, ven que te esperamos!” se oye cantar en algunas iglesias que esperan la llegada de Dios por Navidad, pero son ecos apenas audibles que se diluyen en el mercado global de los tiempos, porque el que llega es un señor gordo que conduce unos renos mientras emite un ¡ho, ho, ho! grave.
Al paso que vamos le van a faltar días a la semana para conmemorar tanto consumo. Al Black Friday, al Cyber Monday y al Green Monday tendremos que añadir el Thanksgiving Day (día de Acción de Gracias), el Groundhog Day (Día de la marmota), el Love Your Pet Day (Día del amor a su mascota), el Best Friend Day (Día del mejor amigo), el National Girlfriend Day (Día nacional de la novia), el Free Shipping Day (Día del envío gratis) y el Christmas Eve and Day (Víspera de la Navidad), entre otros.
Se lo digo para que se vayan preparando. Antes o después llamarán a nuestra puerta y, en el idioma de Shakespeare, se quedarán con nosotros. No digan luego que nadie les avisó.