Nómadas
(10/11/2012) El homo erectus llegó a ser sapiens porque fue nómada. Así de claro.
Sólo el nomadismo permitió espolear el pensamiento, la sabiduría y lo que llamamos cultura.
Andar, moverse, ser “un piernas”, fue bueno para el cerebro de nuestros ancestros aunque no lo recomendaran los chamanes. Ni falta que hacía.
Las neuronas necesitan del movimiento. Y los nómadas las desarrollaron hasta límites insospechados. Su andadura desde la sabana africana hasta las latitudes del Hemisferio Norte les transformó en homo sapiens. Fueron kilómetros y kilómetros de marcha contra viento y marea dedicados a pensar, a meditar sin otras ataduras, sin otros límites que los de la propia ambición por conocer los confines de la llanura.
En las largas noches de invierno del nomadismo el hombre aprendió lo esencial para la supervivencia de la especie, lo necesario para ser el rey del mundo animal: el fuego, la caza, el vestido, la rueda, el arte, la pintura…
Luego el hombre fundó ciudades y domesticó cerdos y vacas. Se hizo sedentario y comenzó a embrutecerse. Había que proteger el zoco, la vaca, el cerdo y los mercados y derrochó su sabiduría milenaria en construir murallas para la defensa y armas para el ataque. Fundó el Estado, la prisión, el impuesto, el ahorro, la pólvora y el fusil. Se convirtió en homo bellicus. Y así sigue.
Inició un lento e inexorable camino hacia la destrucción que últimamente se ha acelerado.
Pero, ¿y la cultura clásica?
Egipto, Grecia y Roma son los últimos estertores de la sabiduría nómada. Un espejismo que permitió hacerse ilusiones al hombre sedentario. Nada más.
Desde que abandonó el nomadismo el hombre no ha hecho otra cosa que sentarse junto a la lumbre o frente al televisor para soñar que sigue siendo nómada.
Sedente frente a un teclado o frente a cualquier pantalla el sapiens actual dispone de toda la información que le proporciona la especie pero genera muy poca. Poca de la que interesa de verdad, de aquella que le permitiría sobrevivir a los tiempos, a las finanzas, a las crisis.
No les quepa la menor duda, la especie terminará yéndose al carajo. Es cuestión de tiempo.
Por eso cuando llega el declive de cada cual, lo inevitable tras la jubilación, al médico no le queda otra receta que recomendar caminar porque el hombre actual ha perdido el norte de sus esencias como especie.
- Debe usted caminar una hora diaria -le dice el facultativo a uno de sus clientes.
Pero el cliente piensa que sentado frente a la televisión y viendo en el telediario las imágenes de medio mundo ya puede considerarse nómada. ¡Pobre crédulo!
Ignora que lo que aumenta es la polis, la aldea, que ahora es global. Desconoce que es un sedentario con pretensiones con una lata de cerveza junto al sofá.
Sedentario y cabreado ante la marcha de la polis, cada vez más embrutecida, más cercana a la catástrofe.
Por eso aumenta, entre los sedentarios, el número de aquellos que ya no ven los telediarios. Mi madre entre ellos.
-Después de Sobera, apaga la tele, -me dice tras ver “Atrapa un millón”- el telediario solo da noticias tristes. Mi madre tiene casi 90 años.
-Yo he dejado de ver los telediarios. No tiene sentido estar todo el día “infectado” por ciertas noticias…me niego a que desde fuera me dicten el estado emocional que debo tener -explica en un semanario Quim Gutiérrez, joven actor de 31 años ganador de un Premio Goya.
Pero la solución, querido Quim, no está en no ver. La solución está en levantarse y en caminar. Volver al nomadismo, a lo que nos hizo sapiens.
Eduardo Galeano, destacado escritor uruguayo, lo entendía perfectamente cuando se preguntaba para qué demonios sirve la utopía y se respondía que para caminar.
Pero es Edward Paul Abbey, escritor y ambientalista estadounidense, el que da en el clavo cuando afirma:
“Hay algunas cosas buenas que decir acerca de caminar…, por ejemplo, requiere más tiempo que cualquier otra forma de locomoción excepto reptar. En consecuencia, dilata el tiempo y prolonga la vida, que ya es de por sí demasiado corta para desperdiciarla con la velocidad… Caminar hace que el mundo sea mucho más grande y, por ello, más interesante. Uno tiene tiempo para observar los detalles.”
Sólo los nómadas heredarán la tierra. De haberlos.