Mundo indescifrable

alpargatería

(20/10/2023) Dice el escritor y filósofo Alexandre Lacroix que el mundo se ha hecho indescifrable para quienes han nacido antes de 1989, y justifica tan duro pronóstico a la irrupción masiva de la tecnología digital que ha dejado descolocados y aturdidos, al parecer, a cuantos nacieron antes de esta fecha. Salvando lo que de exagerado tiene toda generalización: hay personas nacidas antes de esa fecha que dominan todas las tecnologías y quienes, habiendo nacido después, no muestran las destrezas exigibles para moverse en ese campo; salvada, digo, esa generalización, yo subrayaría otro aspecto que también está contribuyendo a esa incomprensión del mundo, al menos para quienes no dominamos la lengua de Shakespeare: la invasión atosigante de términos en inglés que hace que muchos no nos enteremos de la misa la media.

 Sucede en todos los ámbitos: en el de los medios de comunicación, en los festivales de música, en la literatura y el arte en general, en los anuncios, en los rótulos de cualquier negocio…Es como si al expresar cualquier concepto en inglés, un resplandor áureo de prestigio rodeara y engrandeciera al término y a quien lo porta…

 Hace pocas fechas caminando por Madrid me topé con un cartel que en letras gigantescas rotulaba un comercio como LA ALPARGATERÍA. Y quedé extrañado porque ante tanta tienda que rotulaba su negocio en otras lenguas (francés, italiano, inglés, sobre todo inglés…) me pareció estar ante un acto de resistencia frente al esnobismo, ante un “no pasarán” a la moda de rotularlo todo en inglés.

 La pedantería y la servidumbre al inglés que hace la publicidad debería ser estudiada en alguno de esos congresos de la lengua que tanto abundan. ¿Por qué si tenemos la palabra “rebajas” tenemos que poner “sales” ?, ¿por qué se está cambiando el “se vende” de toda la vida, por el “sale” ?, ¿por qué seguimos prefiriendo decir “fakes news” a lo que siempre fueron “bulos”? ¿por qué preferimos “influencer” a “influyente”?… Y así podríamos seguir hasta llegar al día del juicio final.

 El complejo de inferioridad que tenemos los españoles con respecto a nuestro idioma debería ser motivo de visita psiquiátrica, porque poseemos un idioma que está entre los más hablados del mundo (comparte el cuarto lugar con el inglés, el chino mandarín y el hindi) y con una enorme riqueza lingüística.

  La invasión atosigante de anglicismos que sufrimos tiene su manifestación más descarada en los programas de televisión. No acabamos de salir de un programa titulado This is opera (Esto es ópera) cuando nos llega otro que se ufana en llamarse That´s my Jam (Esa es mi mermelada). El programa más visto sobre cocina se titula Master chef y si deseas ver la programación de televisión española tienes que acudir a RTVE Play. Haciendo un somero barrido por la programación de las distintas cadenas de televisión nos encontramos con concursos que se denominan Got Talent España, Live Casino, Pokersestars Casino, The Floor y Password. En deporte sucede lo mismo, para dar nombre a un programa de golf se ha optado por Vamos Girls–Road to Solheim Cup y si del corazón o del famoseo estamos hablando Socialité. En los reality sow se llevan la palma First dates y Building Alaska, en variedades Play uzu nights y si de comedias se trata Heldts.

 A quienes crean que esta invasión es algo actual les diré que no. Que la cosa viene de lejos. Permítanme que les cite una carta que don Santiago Ramón y Cajal envió al director de la RAE con motivo de su ingreso en la Academia allá por 1926. Dice así:

 

“En mi oración (se refiere al discurso que pronunciaría al entrar en la RAE), aparte de algunos consejos sugeridos  por mi ya larga experiencia de publicista, haré hincapié sobre el crecimiento actual de galicismos, anglicanismos y aun germanismos con que los malos traductores deslustran, empobrecen y bastardean el tesoro de nuestro idioma, adecuado como el que más para exponer con precisión, claridad y elegancia  desde los conceptos más abstrusos de la filosofía hasta las nociones más sencillas de las ciencias médicas y naturales”.

 

 Deslucir, empobrecer y bastardear el tesoro de nuestro idioma tiene una larga carrera en la historia y demuestra que, como dijo el director de cine Juanma Bajo Ulloa, “España es un país que no se quiere, ni se aprecia y que parece estar avergonzado de sí mismo. Un país que habla en inglés”.

 Pero les dejo: es catorce de octubre y tengo que acudir al Candlelight Concert, que organiza la plataforma fever como Tributo a Coldplay, en el Teatro Carrión de esta ciudad contada.



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