Lectura en internet
(20/7/2008) Según un estudio reciente -y estarán conmigo en que se hacen estudios para los asuntos más baladíes aunque este no sea el caso- sólo observamos con atención el 20% de los textos de las páginas web que nos encontramos al navegar por Internet.
Hablando en cristiano y para que todo el mundo lo entienda: de cada cien palabras de cualquier texto sólo se llegan a leer con verdadera atención veinte de las mismas, yendo el resto al limbo del “ninguna parte” por más que se esfuerce el pobre articulista en cuestión en hacer atractivo su trabajo.
Pero hay más. Según dicho estudio, firmado por Jakob Nielsen -uno de los mayores expertos en cómo se utilizan las páginas web-, por encima de las 110 palabras pocos leerán más allá de la mitad de los párrafos.
Como acabo de superar las 110 palabras que se me permiten, apelaré a la caridad de mis lectores -unos trescientos al mes, como media, si las estadísticas no me engañan- para que continúen mis deliberaciones sobre la lectura en Internet.
Al parecer las prisas y ajetreos de nuestra vida diaria llegan también al tiempo que pasamos navegando en nuestra pantalla hasta el punto que “no tenemos el tiempo de leer más del 30 % de las palabras que se encuentran en la pantalla, llegando al 50 % si el número de palabras es menor de 111 pues cuantas más palabras agrega quien escribe menos tiempo tenemos para dedicarle: 4 segundos por cada paquete de 100 palabras máximo”.
Una de las conclusiones de tan sesudo estudio es que la funcionalidad más usada por los internautas sigue siendo hacer clic en los enlaces de texto, a la que sigue la de pulsar sobre botones presentes dentro de la propia página y en tercera posición, en cuanto a uso, la de pulsar el botón “atrás” del navegador.
Hablando en plata: que lo nuestro es algo parecido al zapeo televisivo y confirma que como se dice vulgarmente somos “culo de mal asiento” que nos movemos por el mundo virtual con la inquietud de un ratón en un calcetín.
Pero ya que como he dicho más arriba se hacen estudios por vete a saber qué motivos, apelo desde aquí a estudiantes en búsqueda de una tesis doctoral con la que concluir sus estudios de postgrado universitario para que se haga otro estudio sobre la relación -espero que directa- entre la inteligencia de los lectores y el tamaño del texto al que se enfrentan para así confirmar que estadísticas aparte, seguiré escribiendo artículos para lectores inteligentes que consideran más la densidad de las ideas del artículo que el número de palabras del mismo.
Al fin y al cabo uno de los objetivos fundamentales de cualquier escritor es buscar lectores, y en el caso que nos ocupa conocer a los usuarios de la página web y sus hábitos de navegación para adaptarse, sin mengua en su capacidad creadora, a los requisitos de sus lectores.
Eso sí, siendo conciso y yendo al grano. Que ya lo dijo Baltasar Gracián. “lo bueno si breve, dos veces bueno”.
Amén.