El escriba cantando

escriba

(10/03/2017) La muerte de Leonard Cohen y el premio Nobel otorgado a Bob Dylan han dejado claro, más allá de recelos y controversias por el premio otorgado a este último, que hay músicos que se dedican a la escritura y literatos que hacen de los pentagramas su razón de vivir.

Acostumbrados como estamos a unir determinadas profesiones con la literatura: médicos-escritores, profesores-escritores, científicos-escritores, etc. no nos damos cuenta de que la literatura es un virus de fácil contagio que también nos infecta desde las corcheas.

Ángel Petisme, es uno de estos músicos y escritores que han sido reconocidos por la crítica. Es autor de la obra El dinero es un perro que no pide caricias, que solo por título tan original ya se merecería un premio. Premio que le fue concedido en una de esas escasas muestras de justicia que ocurren en el mundo literario. Ángel Petisme fue Premio Miguel Labordeta 2015.

Y no estoy hablando en este artículo de la íntima unión que existe entre la literatura y la música en obras como Viaje al pasado, Alta fidelidad, American Psicho, Trainsporting, Canciones de amor a quemarropa o Tokio Blues, por nombrar solo algunas. No.  Me refiero a escritores que han sido grandes músicos o músicos que han escrito una importante obra literaria.

Joaquín Díaz, el sabio de Urueña, que sigue sorprendiéndonos desde la Villa del Libro -la vallisoletana población de Urueña- estaría entre estos músicos escritores que tienen en su haber una amplia obra en ambas disciplinas.

Como lo estaría Ricardo Cantalapiedra, cantautor que nos legó importantes melodías religiosas y pacifistas -cantadas en misa y censuradas en los recitales-: La casa de mi amigo, En dónde están los profetas, El Peregrino; novelista en El libro secreto de los camareros y Bestiario Urbano.

Y podríamos seguir con Joan Manuel Serrat y sus Palabras de amor; con Caetano Veloso y su O mundo não é chato; con Luis Eduardo Aute, autor de poemarios como Volver al agua y Días de amor; con Nick Cave, escritor de novelas de culto como Y el asno vio el ángel; con Víctor Heredia, cantautor latinoamericano autor de novelas como Perro y Mera vida; con Joaquín Sabina que lleva quince libros publicados; con Labordeta; con Paco Ibáñez…

Sin olvidarnos de otros, tal vez menos conocidos para el gran público, como Albert Pla, polifacético cantautor que ha publicado La odisea de los hombres buenos, o Mikel Izal autor de Los seres que me llenan, o Santi Balmes y su obra La doble vida de las hada.

Músicos y excelentes escritores que nos demuestran, con su arte, que el ser humano es poliédrico y que quien tiene talento puede abrazar diversas disciplinas.

El grupo musical sueco “Erik Axl Sund” aparcó por un tiempo  las giras musicales para dedicarse a escribir novela negra y el experimento les salió redondo. Tan redondo que su trilogía Los rostros de Victoria Bergman ya lleva vendidos más de cuatro millones de ejemplares.

Bruce Springsteen ha publicado un cuento, Outlaw Pete; Keith Richards ha hecho lo propio en  Guns y yo, la historia de mi abuelo; Madonna en Las rosas inglesas y Charly García, gran músico argentino, en sus Líneas paralelas.

Pero no es solamente entre los músicos del pop, del rock o entre los cantautores donde surge la vocación literaria. También hay casos entre los amantes de la música clásica como Daniel Baremboin, pianista y director de orquesta, que es autor de obras como Mi vida en la música y El sonido es vida.

El caso de músicos que han dado el salto a la literatura y el de escritores que hicieron lo propio hacia la música son, por lo que vemos, frecuentes.

Dejo para el final al recientemente fallecido Leonard Cohen, Premio Príncipe de Asturias, y escritor antes que cantante que nos dejó obras como El libro de la misericordia y Memorias de un mujeriego; y al Premio Nobel de Literatura Bob Dylan  autor de títulos como Tarántula y Crónicas.

Músicos-escritores o escritores-músicos, ¡qué más da! Lo importante es que sigan creando para acompañarnos en el vivir, porque como cantaría el susodicho Ricardo Cantalapiedra:

“No queremos a los grandes palabreros / queremos a un hombre/ que se embarre con nosotros/ que ría con nosotros/ que beba con nosotros/ el vino en la taberna/ que coma en nuestra mesa/ que tenga orgullo y rabia/ que tenga corazón y fortaleza/ los otros no interesan,/ los otros no interesan/ los otros no interesan”.



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