El chopo
(10/5/2011) Tras la Feria del Libro y a la espera de la fiesta del Santo Patrón -Pedro Regalado o Pedro el de la Costanilla-, la ciudad se cubre con la caspa nívea y alérgica de los chopos…
Y las consultas médicas se pueblan con quienes demandan socorro ante tanto polen que preña el aire, ante tanta pelusa que termina anidando en los humedales de nuestra nariz…¡¡Aaachisss!!
- Que no señor, que dice el médico que el vilano del chopo no produce alergia, que a lo más molesta. Pero que la alergia la producen otros.
Los chopos “huso de la hilandera” que dijo el poeta Dámaso Alonso, lloran su semilla al viento, ante el horror de los urbanitas que no distinguen una gramínea de una pelusa.
Huso de la hiladora,
a la mañana blanca y nueva,
chopo desnudo y fino:
entre la niebla,
hilas ropas de boda
para la Primavera.
Dámaso Alonso. El gran amigo de Vicente Aleixandre con el que paseará por Navas del Marqués, en la montaña, entre robles y pinares, pero lejos de las choperas de las tierras más bajas. Que una cosa es cantar a la pelusa molestona del chopo y otra querer sufrirla.
Alguien, entendido en botánica y seguramente alérgico a todo, menos al cemento, propuso hace tiempo una solución drástica y definitiva para la “guerra de las pelusas” que ya dura más que la de los “cien años”: talar los chopos-hembras (que entre los chopos también hay género, señor) causantes de tanta polución y estornudo salvaje.
Pero el ayuntamiento dijo que nones y otro tanto dijeron los ecologistas e idem de idem los Amigos del Pisuerga que no quieren ver al río harinero y cortesano convertido en un canal y sin la fronda que lo encauza, lo dignifica y lo embellece.
Que un río sin chopos es como un jardín sin flores. Dicen y con razón.
Así que estamos todos mirando al cielo para que llueva Mayo y precipite las mariposas que paren las choperas a la tierra o al agua, ¡qué más da!, en ese entierro de sementera que pretende la resurrección del chopo.
“El chopo en el cielo azul” que cantara Juan Ramón Jiménez, maestro de vanguardistas como Dámaso Alonso, y que exalta como nadie lo bello.
El chamariz en el chopo.
-¿Y qué más?
El chopo en el cielo azul.
- ¿Y qué más?
El cielo azul en el agua.
- ¿Y qué más?
El agua en la hojita nueva.
- ¿Y qué más?
La hojita nueva en la rosa.
- ¿Y qué más?
La rosa en mi corazón.
- ¿Y qué más?
¡Mi corazón en el tuyo!
De no llover, como ocurre cuando tan necesaria es el agua, habrá que sacar a San Pedro Regalado en procesión para que llueva a cántaros, que ya ven lo que ocurre en Semana Santa cuando sacamos las imágenes de sus hornacinas. Que unos dicen que es la Luna pero otros decimos que son los santos que, acostumbrados desde siglos a tanta rogativa pedigüeña de lluvia, ya no saben hacer otra cosa.
Pero estábamos hablando de los chopos y de los poetas. Que la poesía es una enfermedad del alma. Una alergia. Aunque el vilano del chopo no produce alergia, dicen.