La roja, la coja y Villamediana

(30/8/2012) Menuda bronca le ha caído al presidente del Comité Paralímpico Español por llamar “la roja coja” a la selección de deportistas paralímpicos.
Y es que en los tiempos que corren hay que tener mucho cuidado con lo que se dice -más que con lo que se hace- porque se pueden herir muchas susceptibilidades.
Cuentan que don Francisco de Quevedo apostó con sus amigos llamar “coja” a la mismísima reina de las Españas, sin que su cabeza corriera ningún peligro. Y aseguran quienes creen en la leyenda que el escritor ganó la apuesta con aquella ocurrencia de ofrecer a la reina dos ramos de flores y decir: “Entre claveles y rosas su Majestad “es-coja””.
Otro que según la leyenda utilizó un peligroso juego de palabras para escribir lo que no debía fue don Juan de Tassis y Peralta, II Conde de Villamediana e hijo del Correo Mayor del Reino. En juego de cañas celebrado en palacio puso en su estandarte “Son mis amores..(seguido de unos reales de plata)”. El bufón Velasquillo que se hallaba junto a los reyes, por vete a saber qué motivos comentó entre bufonadas “¡¡Son mis amores reales!!”, a lo que el rey lleno de celos sentenció “¡¡Pues yo se los haré cuartos!!”.
El conde, que sería asesinado el 21 de Agosto de de 1622, entró así en la leyenda que difundirían escritores de la talla del Duque de Rivas. Lean:

“Velasquillo el contrahecho,
Enano y bufón, que alcanza,
No sin despertar envidia,
Gran favor con el Monarca,
A disgusto de los grandes
En el balcón regio estaba,
Malicias diciendo y chistes
Con insolencia y con gracia.
Y o por faltarle su astucia
Entonces, o porque trata
De vengarse del desprecio
Con que la Reina le acaba,
O porque ve de mal ojo
Al noble Villamediana,
O por gusto de hacer daño,
Que es de tales bichos ansia,
Dijo: «Ta, ta; ya comprendo
Lo que dice aquella adarga:
Son mis amores reales»,
soltó la carcajada.
Trémulo el Rey y amarillo,
Y conteniendo la saña,
«Pues yo se los haré cuartos»,
Respondió al punto en voz baja”.

Vengo de Sajazarra (La Rioja) de disfrutar de sus jornada culturales con artistas de talla internacional como Joan Fontcuberta, Chema Madoz y José Manuel Ballester y de su Festival de Música Antigua.
Uno de los exquisitos platos servidos en este festival ha sido el concierto que ha girado en torno a la figura del Conde de Villamediana y a sus viajes por Francia, Flandes, Inglaterra e Italia.
Céline Scheen -soprano-, Sabina Colonna Preti -viola da gamba-, Margherita Pupulin -violín barroco y viola da gamba-, María Alejandra Saturno -viola da gamba y violoncello-, Xurxo Varela -viola da gamba-, Lixania Fernández -viola da gamba- y Eduardo Egüez -laúd, vihuela y guitarra barroca- nos han transportado por aquella Europa de los siglos XVI y XVII gracias a los diarios del Conde de Villamediana.
El conde, que por su galanura dejó boquiabierto al Valladolid de la corte de Felipe III y al Madrid de Felipe IV, era, como su nombre indica “todo un Don Juan”. El cronista portugués Tomé Pinheiro da Veiga que presenció los fastos que se dieron en la ciudad de Valladolid en la Procesión de Pascua de 1605, fecha del bautizo del príncipe que reinaría años más tarde como Felipe IV, escribió:

“ Detrás de la procesión salió don Juan de Tassis , hijo del Correo Mayor, con el más soberbio vestido y servidumbre de librea que puede imaginar, porque salió a caballo con capa, cuera, calzas, zapatos, gualdrapa, guarniciones, riendas y hasta anteojeras del caballo todo igual…Y aunque fue necedad el salir a caballo, lució más que todos, porque iban a pie en la procesión y sin pajes, y así mostraron los ingleses gran alborozo al verle, como cosa extraordinaria…”.

Elegancia y bizarría a las que habría que añadir una gran inteligencia y sensibilidad por las artes y la cultura. Demasiadas virtudes para una España llena de mediocres y mezquinos.
Viajero a la fuerza -muchas de sus salidas de España se debieron a destierros por juego o por líos de faldas- escribió a su amigo y compañero el Duque de Olmedo una serie de misivas en las que le cuenta sus aventuras y desventuras. Sobre todo sus desventuras.

“…Hay quienes más que harta envidia me han , altos y bajos, tanto por quanto digo como por quanto callo. Y bien que me sé que mi vida ha en costarme lo dicho y lo callado.
Dispuesto me hallo . Todo sea en beneficio y honra del Rey Nuestro Señor Don Phelipe el Quarto y destas Españas tan de envidias y resquemores llenas”.

Proféticas palabras escritas unos días antes de su asesinato cerca de su palacio de la calle Mayor de Madrid, en la esquina con la calle de San Ginés.
Fue enterrado en la bóveda de la Capilla Mayor del Convento de San Agustín de Valladolid, del que era patrón “casi entero de su cuerpo por la mucha sangre que le salió de la herida”.



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