Diella: la ministra

Diella

(10/10/2025) Se veía venir. Empiezas dando competencias a las máquinas y ellas terminan por tomar decisiones sorprendentes e inesperadas. O acaban uniéndose a tu enemigo cuando tus defensas están demasiado bajas para la confrontación.

 Algo de esto debe pensar uno de los padres de la IA -Geoffrey Hinton- que ganó el nobel por semejante logro sin sospechar que su novia usaría su invento -el ChatGPT- para avisarle que lo dejaba. Quien siembra vientos recoge tempestades, que decimos por aquí.

 Y es que la IA puede usarse para muchas cosas: para redactar la más “entrañable” carta de desamor, como hizo la novia de Geoffrey que aprovechó la tecnología para decirle “lo rata que era”; o para descubrir quién se queda con los fondos públicos que, en según qué manos, son un pozo sin fondo.

 En Albania, por ejemplo, preguntas a la IA sobre quién es el corrupto que se está quedando con la pasta en las adjudicaciones públicas y te responde con nombres y apellidos para que no te quede la menor duda. Solo nos queda importar la medicina albanesa para que cunda el ejemplo y mengüen los “chorizos” que tanto abundan.

 Si la IA ya detecta el riesgo de miles de enfermedades con décadas de antelación, como aseguran sus creadores, ¿por qué no va a detectar esa enfermedad crónica que consiste en meter la mano en la caja para quedarse con todo? Diella -que ese es el nombre de la ministra virtual nombrada para tal fin- lo hará a partir de ahora en Albania donde todos conocerán, por fin, quienes son los subcontratantes de las subcontratas de las contratas. Laberinto en el que muchos se han metido para hacer fortuna a costa de los que miran. Y muchos nos preguntamos ¿por qué no extender la genial idea a otros ministerios de allá o de acá? Porque la IA puede dar con la solución tanto tiempo esperada y nunca conocida: que los ministros hablen menos y hagan más. Y que su hacer no solo consista en meter mano en el presupuesto.

 Diella y sus algoritmos -cual Heliot Ness y sus intocables-se han propuesto que las adjudicaciones de contratos públicos estén 100% libres de corrupción supervisando los procesos de licitación estatal que hasta ahora han resultado ser tan ilícitos.

 Pero tras la de cal, viene la de arena: la IA anticorrupción que representa Diella necesitará de alguna forma de supervisión para ser creíble, porque ¿quién vigilará al vigilante?, ¿quién se encargará de hacer el algoritmo que alimente esa bestia que luchará contra el favoritismo y el lavado de dinero? ¿Tendrá la señora ministra virtual algún mecanismo para que podamos apelar sus decisiones cuando no estemos de acuerdo con ella? ¿O terminará dando la razón a los de siempre?

 Diella es la solución a tanto “cuñado” que se aprovecha de lo público, responden sus creadores que aseguran haber creado, por fin, la ministra más virtual y más virtuosa de cualquier gobierno, Algo que, visto el panorama ministerial y concejil, no parece un logro excesivo.

 “Diella no duerme nunca, no necesita que la paguen, no tiene intereses personales, no tiene primos, y los primos son un gran problema en Albania” recalcó el primer ministro de ese país en la presentación oficial de la “ministra”.

 No sabemos si Diella, que significa “sol” en albanés, que tiene el rostro de una conocida actriz albanesa y que habló por vídeo en una sesión parlamentaria presentándose como “ministra de estado para IA”, convencerá a la Unión Europea para que su país se incorpore en los próximos cinco años a los veintisiete, pero suena bonito, ¿no les parece?

 Si casi todos los seres humanos se ocultan detrás de un disfraz, la máscara de la corrupción ha sido y es la más demandada para bailar en el carnaval de la vida. Y en política ni les cuento. Ya nos previno Bernard Shaw cuando dijo aquello de que la democracia consistía en una mayoría incompetente que elige cada cierto tiempo a una minoría corrupta.

 Pero el saqueo institucional, los sobornos, las dietas desorbitadas, los presupuestos inflados, las tarjetas black y las cajas B -peste de los tiempos modernos que corrompe el aire y los bolsillos- tienen los días contados. Un ángel exterminador y femenino ha surgido en Albania para salvarnos de la ponzoña que rezuman los altos despachos del poder. Esa baba viscosa que nos ahoga desde los babilonios.

 Había que hacer algo y en Albania lo han hecho. Solo queda saber los resultados de esa “ministra” y de los algoritmos que la alimentan. Y vigilar a sus creadores. No olvidemos que alguno de ellos puede sur un auténtico “rata”.



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