Sobre efemérides y olvidos

juan

(20/02/2022) Se asoma uno a la ventana de la cultura y comprueba que en la calle todo son efemérides, aniversarios, conmemoraciones. Y más en lo literario. No exagero. En lo que llevamos de año ya hemos asistido a dos recordatorios: a los cuatrocientos años del nacimiento del dramaturgo Molière y a los cien de la publicación del Ulises de James Joyce.

 Y esto para abrir boca pues en lontananza esperan otros eventos y entre ellos el  plato fuerte para los que hablamos y escribimos en  español: el quinto aniversario de la muerte de Antonio de Nebrija, autor de la Primera Gramática Castellana, que falleció hace quinientos años el 2 de julio de 1522.

 En este memorial, en esta cultura de la conmemoración en la que estamos inmersos aparecen siempre los grandes personajes del arte, la ciencia y la cultura, o los que se consideran grandes en ese momento, o los que son del gusto de quienes dominan los medios, pues las obras de cualquier autor están sujetas a valoraciones (y gustos) que cambian con el tiempo y  la línea que marca la excelencia y sus grados es tenue, provisional y sometida a todo tipo de revisiones.

 El año 2017 recordando que estábamos en el centenario de la muerte de  Juan Andrés Morell, padre de la literatura universal y comparada, escribí en mi diario: “el buscador, tan dado a recordarnos efemérides de hombres o mujeres ilustres, no ha puesto en la pantalla de inicio  ningún doodle (meme o vídeo que recuerda alguna conmemoración importante) el doce de enero sobre Juan Andrés Morell”.

 Permitan, por tanto, que por esta vez me olvide de Molière, de Joyce y hasta del gran Nebrija para que les hable de Morell, del “más acabado modelo de erudición enciclopédica setecentista y a la vez uno de los españoles de fama más universal en su tiempo”, como escribió el historiador Miquel Batllori.

 Porque aunque el buscador se había olvidado de él, no ocurrió lo mismo en 1817, año de su muerte, cuando los periódicos de España, Italia, Francia y Alemania publicaron notas necrológicas sobre el hombre al que se consideraba el máximo erudito de la ilustración española.

 Hace menos de un mes (el 28 y 29 de enero) el grupo Investigación Humanismo Europa de la universidad de Alicante organizó un Congreso Internacional Virtual (no podía ser de otra manera debido a la pandemia) sobre la figura de este gran ilustrado, en el que intervinieron ponentes de España, Italia, Francia, Alemania, Portugal, Estados Unidos, Méjico, Colombia, Cuba y China.

 Pero aun así, reconozcámoslo, Morell y su amplísimo legado son desconocidos por los españoles de hoy. ¿Por qué culpar al buscador del olvido?

 Si Juan Andrés levantara la cabeza no se extrañaría de esta expulsión del recuerdo, de la memoria, pues ya experimentó en propia carne la amargura de otra expulsión, tal vez más dolorosa: la de la propia patria.

  Jesuita expulsado en 1767 por orden del rey Carlos III, Juan Andrés Morell no volvería nunca a España, pasando más de cincuenta años por distintas ciudades europeas para morir finalmente en Roma.

 Aquélla expulsión de la que casi nadie habla o escribe (solo parece tenerse en cuenta la de los judíos en 1492 y la de los moriscos en 1609) se llevó consigo una parte muy importante de la intelectualidad española con nombres tan notables como José Francisco de Isla, autor del Fray Gerundio de Campazas alias Zotes, o Hervás y Panduro, padre de la filología comparada y uno de los primeros en la ciencia paleontológica, o Antonio Eximeno, matemático, filósofo y musicólogo, además del propio Morell.

 Autor de unas espléndidas Crónicas viajeras y de una obra de teatro, El juliano, hoy desaparecida, Morell ha pasado a la historia de la cultura por su obra Del origen, progresos y estado actual de toda la literatura primera historia universal y comparada de la literatura (concepto que abarcaba entonces las letras y las ciencias o sea la cultura en general).

 Con decenas de libros publicados, este español del éxodo y del llanto que diría León Felipe, este sabio apenas recordado, este alicantino nacido en Planes, estefraile “che volle abbracciare tutta l’umana cultura” (que quiso abrazar toda la cultura humana) como diría el escritor italiano Giosuè Carducci, este humanista, científico y crítico literario de la ilustración, bien merece ser recordado lo digan o no los calendarios.



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